Joachim Patinir (1485-1524), Traversée du monde souterrain [entre 1515 e 1524],
(Musée du Prado, Madrid).
Esta pintura de Patinir destaca por su originalidad y su composición, distinta a la habitual, formada por planos paralelos escalonados. Favorecido por el formato apaisado de la tabla, el autor divide verticalmente el espacio en tres zonas, una a cada lado del ancho río, en el que Caronte navega en su barca con un alma.Tomando como fuente de inspiración las representaciones anteriores del Paraíso o del Purgatorio del Bosco, decisivas en su proceso y creación final, Patinir reúne en una única composición imágenes bíblicas junto a otras del mundo grecorromano. El ángel situado en un promontorio, los otros dos, no lejos de éste, que acompañan a las almas, y algunos más, junto con otras almas minúsculas, al fondo, permiten conocer a la izquierda el Paraíso cristiano. Por el contrario, el Cancerbero parece identificar el Infierno representado a la derecha con Hades, asociándolo con la mitología griega, lo mismo que Caronte con su barca. Patinir sitúa la escena en el momento en que Caronte ha llegado al lugar en que se abre un canal a cada lado de la Estigia, momento de la decisión final, cuando el alma a la que conduce tiene que optar por uno de los dos caminos. Debe conocer la diferencia entre el camino difícil, señalado por el ángel desde el promontorio, que lleva a la salvación, al Paraíso, y el fácil, con prados y árboles frutales a la orilla, que se estrecha al pasar la curvatura oculta por los árboles y conduce directamente a la condenación, al Infierno. El modo en que Patinir representa el alma, de estricto perfil, con el rostro y el cuerpo girado en dirección al camino fácil, que lleva a la perdición, confirma que ya ha hecho su elección y que esa es la vía que va a seguir.A fines de la Edad Media existía toda una serie de metáforas para expresar esta idea, tanto bíblica como clásica. De todas ellas, Patinir parece haberse inspirado en el Evangelio de San Mateo. No hay duda de que refleja en esta obra el pesimismo de una época tan turbulenta como la que le tocó vivir, en plena Reforma protestante. Al llevar a cabo esta obra, Patinir la convierte en unmemento mori, en un recordatorio, a quien la contemple, para que quede avisado de que es preciso prepararse para este momento e, imitando a Cristo, seguir el camino difícil, sin hacer caso de los falsos paraísos y tentaciones engañosas (Texto extractado de Silva, P. en:Patinir, Museo Nacional del Prado, 2007, pp. 150-163).
ADEUS, ILHAS DO MAR
ResponderEliminarFiloctetes (voltando-se para as rochas e para a gruta):
Quero, na hora da partida, saudar esta terra. Adeus, gruta que foste a minha companhia, Ninfas das húmidas pradarias e marulho forte do mar nos rochedos! Aqui tantas vezes, mesmo no interior da gruta, me humedeceram a cabeça as lufadas de vento, e tantas outras o monte Hermeu, na tempestade das minhas dores, me devolveu o eco dos lamentos. E agora, ó nascentes e fontes de Apolo Lício, vou deixar-vos já, o que eu nunca chegara a acreditar.
Adeus, ilha de Lemnos rodeada pelo mar! Envia-me com vento propício e sem dano até onde me conduzem a Parca poderosa, o conselho dos amigos e a divindade que tudo domina e tudo levou a termo.
Coro:
Partamos então todos juntos,
após dirigir uma prece às Ninfas marinhas,
para que protejam o nosso regresso.
Sófocles, FILOCTETES, Trad. de José Ribeiro Ferreira, Lisboa, Fundação Calouste Gulbenkian, 2007, p. 111.