A árvore cósmica surge como sustentáculo do mundo com os seus sete braços que correspondem aos sete céus. Sendo assim vital e sagrada, a árvore está no centro do mundo. A ela se chega dificilmente, defendida por monstros ou árduos caminhos, ela dá vida através dos frutos suculentos e engloba em si mesma o mal, como acontece a quem indevidamente toque no fruto da árvore do bem e do mal. A polissemia da árvore, com poder sobre a vida e sobre a morte, confere-lhe o seu carácter simbólico.
Maria Clara Almeida Lucas, "A Cidade Celeste na Hagiografia Medieval Portuguesa", in O Imaginário da Cidade. Lisboa, Fundação Calouste Gulbenkian/ACARTE, 1989, p. 87.
Segundo a tradição da cabala judaica, entretanto adoptada (e adaptada) também por alguns cristãos, a árvore (sefirótica) explica toda a relação com o divino. Ou melhor: contém-na.
ResponderEliminarÁRVORE, CENTRO DO MUNDO QUE DIZEMOS NOSSO
ResponderEliminarLos tres niveles cósmicos - Tierra, Cielo, regiones infernales - se ponen en comunicación [... que] se expressa a veces con la imagen de una columna universal, AXIS MUNDI, que une, a la vez que lo sostiene, el Cielo con la Terra, y cuya base está hundida en el mundo de abajo (el llamado "Infierno"), Columna cósmica de semejante índole tan sólo puede situarse en el centro mismo del Universo, ya que la totalidad del mundo habitable se extiende alrededor suyo. Nos hallamos, pues, frente a un encadenamiento de concepciones religiosas y de imágenes cosmológicas que son solidarias y se articulan en un "sistema", al que se puede calificar de "sistema del mundo" de las sociedades tradicionales: a) un lugar sagrado constituye una ruptura en la homogeneidad del espacio; b) simboliza esta ruptura una "abertura", merced a la cual se possibilita el tránsito de una región cósmica a otra; c) la comunicación con el Cielo se expresa indiferentemente por cierto número de imágenes relativas en su totalidad al AXIS MUNDI: pilar, escala, montaña, árbol, liana etc. d) alrededor de este eje cósmico se extiende el "Mundo" (=nuestro mundo); por consiguiente, el eje se encuentra en el "medio", en el "ombligo de la Tierra", es el Centro del Mundo.
Mircea Eliade, LO SAGRADO Y LO PROFANO, Barcelona, Editorial Labor, 1992, pp. 37-38.